sábado, 22 de diciembre de 2012

Crónica del encuentro con un ex secuestrado durante la etapa mas negra de nuestra historia.

El pasado mes de Agosto en el marco del proceso judicial denominado "ABO bis"  que termino con la condena de dos represores (Alfredo Feito y Fernando Godoy a 16 y 25 años de cárcel respectivamente) por de los hechos de secuestro y tortura que tuvieron lugar en los circuitos Atlético, Banco y Olimpo durante el Proceso de Reorganización Nacional, junto con unas compañeras de facultad, he tenido la posibilidad de entrevistar a una de las victimas de estos sucesos, la única persona conocida que ha logrado salir en libertad del terrible centro de detención clandestino Atlético:  



La entrevista con Marcelo Daelli, ex secuestrado por la junta militar de 1976 y uno de los testigos en los juicios a los represores del circuito Club Atlético-Banco-Olimpo, tuvo lugar en el bar Azteca, en las proximidades de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. El primer contacto fue curioso, no conocíamos su rostro ni su descripción, pero al entrar al café, inmediatamente, dirigimos nuestro andar hacia aquel hombre canoso, de abundante barba blanca y mirada penetrante. Luego de una cálida presentación ya se podía presentir la buena predisposición del señor Daelli quien no tuvo ningún problema en contestar pacientemente todas y cada una de nuestras preguntas. Para nuestra sorpresa Daelli contó que no es consultado frecuentemente por su experiencia en el campo de detención Atlético y socarronamente, nos confesó: “Alguna vez hablé en algún, acto pero ser entrevistado de esta manera, que yo sea herramienta de trabajo de alumnos es la primer vez”. De todas maneras, pese a ser primerizo en este tipo de encuentros, se mostro complacido con la situación: “me interesa mucho que les interese a ustedes, a los jóvenes. Me parece que todos tenemos que hacer un esfuerzo para llegar a recuperar la historia”.
Marcelo Daelli está relacionado al Instituto Espacio para la Memoria, un organismo dedicado, como bien sostuvo en la entrevista a: “Recuperar una parte de nuestra historia”, algo que considera fundamental ya que él asegura: “Sin historia no hay futuro”.  La importancia de introducir permanentemente a la dictadura militar del ´76 entre los temas de agenda en la vorágine de comunicación actual es un desafío para las instituciones que se proponen mantener presa a la bestia del autoritarismo y la práctica del terror, por lo tanto, la curiosidad y la búsqueda de la verdad por parte de nuevas generaciones de alumnos es celebrada por quienes sufrieron las consecuencias de los crímenes de lesa humanidad. Entre quienes condenan los actos realizados por el que fue llamado
Proceso de Reorganización Nacional se encuentra la gente relacionada con la causa ABO bis que dieron una charla en la Facultad de Ciencias Sociales y que Daelli afirma conocer de los juicios en los cuales le ha tocado testimoniar que, según recuerda, fueron varios: “Mi primera declaración ante jueces fue en los primeros juicios a las juntas militares en el 84/85 que luego se detuvieron por las leyes de obediencia debida y punto final”. No tiene una noción clara de la cantidad precisa de juicios en los que ha testimoniado, pero lo cierto es que siempre que ha podido hablar lo hizo. Luego de meditar un momento tratando de recordar con mas precisión sus participaciones testimoniales finaliza: “Los dos últimos juicios en los que declaré fueron las dos versiones del Atlético y el anterior fue por el caso Maria del Carmen Reyes”.

La Jura de la junta militar Represores durante el juicio                                  

Detrás de este hombre de firmes convicciones se esconde una historia muy vinculada a la política. En el año 1977 Marcelo Daelli era un ex militante de la Juventud Unida Peronista o JUP (se había desvinculado poco antes de la dictadura) que estudiaba Biología en la UBA pese a que esta ciencia no era su verdadera pasión: “en un principio me puse a estudiar filosofía pero no me ponía muy feliz tener que leer a Santo Tomás de Aquino con un decano que hacia el exorcismo para sacar el demonio marxista de la universidad, así que preferí dedicarme a estudiar una ciencia dura que es mas neutro en los contenidos que se pueden poner”. Para aquella época Daelli sabía que algunos de sus ex compañeros de la J.U.P. estaban desapareciendo: “En el Atlético se propusieron hacer caer a toda la JUP “, sin embargo el recuerda que ya dentro del centro de detención se enteró que estas persecuciones  no fueron llevadas a cabo sobre una investigación previa de forma especifica y planeada sino que los militares se guiaban por nombres que los torturados “cantaban” entre gritos de dolor: “La búsqueda no lo hicieron con mucha precisión y perfeccionismo. En el Atlético caía gente, la torturaban y ante la desesperación nombraban a personas que tal vez no tenían nada que ver. De hecho, un represor, "el turco Julián", me confesó quien me nombró. Además me encontré a una chica que yo conocía de la Facultad de Filosofía y Letras que no estaba relacionada con la J.U.P.”. Lamentablemente este conocimiento lo obtuvo cuando ya era demasiado tarde. Aquel 24 de marzo del  ´77 Marcelo Daelli presentía un clima alarmante pero desvinculado de la J.U.P. y estudiando Biología no se creía tan propenso a ser secuestrado, de hecho se encontraba descansando tranquilamente en casa de sus padres cuando un grupo de hombres armados y vestidos de civil irrumpió en la vivienda en busca de su persona. Él recuerda aquella madrugada con mucha claridad: “Dos de la mañana, yo estaba durmiendo en casa de mis padres en San Isidro y cae un grupo de matones que se identifica como fuerzas conjuntas, obviamente proceden con violencia, armas, me hacen vestir y me llevan”. Treinta y ocho años transcurrieron desde aquel momento, sin embargo, no deja de asombrar la tranquilidad con la que Daelli cuenta lo sucedido, se denota un hombre de cabeza fría y poco amedrentable, incluso comenta que, pese a la tensión del momento, tuvo la serenidad suficiente para concentrarse y reconocer el camino que hizo el vehículo que lo trasladó hasta un centro de detención, lugar el cual Daelli ya se imaginaba que iba a ir a parar desde el momento en que lo subieron al auto. Una vez allí, Daelli cuenta que le dijeron que desde aquel momento pasaba a ser F-107, luego fue trasladado a un lugar donde pudo ver a varios de sus compañeros de Filosofía y Letras y a un represor, “el turco” Julián del cual afirma: “Es el único al que le vi la cara”. 

"el turco" Julian esperando la condena

“Uno termina resistiendo mucho mas de lo que cree”, repitió en varias ocasiones Marcelo Daelli tratando de quitar heroicidad a su comportamiento dentro del campo de concentración Atlético. ¿Cuál fue su proceder mientras que estuvo capturado?. Él cuenta que no entrego a quienes los militares le reclamaban pese a contar con la información que le pedían: “A mí me vinieron a buscar por dos nombres, yo cambié esos dos nombres por otros dos que sabía que ya se habían ido”. finalmente, luego de dos meses de torturas, Daelli marcó la casa de uno de los buscados y dio cierta información relevante sobre el otro, aunque, ya era tarde para los militares, ambos perseguidos para ese entonces ya se habían escapado del pais

Detenidos a punto de ser transladados

Este acto de Daelli puede ser adornado con numerosas líneas de alabanzas hacia su persona, pero lo realmente extraño de esta historia es justamente que el protagonista, aquel que logro burlar a los militares en plena dictadura dentro de un campo de detención del cual, al día de hoy, no se conocen sobrevivientes, esté hoy, treintaicinco años después, con vida y relatando estos hechos en primera persona. Por lo tanto, la pregunta inminente es: ¿Cómo fue que quedo en libertad?, a lo que Marcelo Daelli responde: “La liberación de un prisionero no tiene que ver con el grado de vinculación que le demuestran a cada uno con cada cosa”, señala rápidamente y continua: “Yo estaba en manos de operativas de la policía. Recuerdo que en esa época, antes de ser secuestrado, practicaba esgrima y mi entrenador era militar. El esgrima es un deporte bastante vinculado al ejercito, y mi profesor era muy amigo de una persona muy importante en la policía federal en ese entonces. Mis padres fueron a ver a mi entonces entrenador de esgrima comentándole la situación, por lo tanto yo, estoy seguro que por ese lado pude salir”. 

La llegada de la democracia no fue la gloria para Marcelo Daelli: “Cuando volvió la democracia no me parecía que habíamos derrotado al verdadero poder representado por los militares. No fue una democracia lograda como una victoria”. Además de su participación en los juicios y las organizaciones para la memoria con las cuales se relaciona actualmente, Daelli lleva una vida pos dictadura sumamente activa y relacionada a la política. De hecho una vez liberado y aún con la dictadura militar fue dirigente sindical y docente de la Facultad de Ciencias Exactas: “Yo seguí luchando”, dice.  Luego, ya en democracia, puso una industria y fue militante de la CGI (Confederación General de la Industria), a través de la cual llego al CONICET donde en la década del noventa, más precisamente entre el noventainueve y el dos mil uno, llegó a la vicepresidencia. Ante la prosperidad personal que obtuvo en esta década señala entre risas: “no me van a sacar simplezas anti-noventistas”.
A la hora de concentrar su bronca y señalar culpables, Marcelo Daelli, tiene muy claro el nivel de responsabilidades: “Lo que ocurrió no fue porque estuvimos en manos de unos hijos de puta, sino que ellos eran el ultimo eslabón de la cadena”, lejos de apuntar a una figura de uniforme relacionada con la época del terror como puede ser Rafael Videla, Daelli abre el panorama conceptual y dice: “las fuerzas armadas no son clase social sino que responden a otros intereses, intereses de quienes manejan la economía”.
Hoy en día Marcelo Daelli se dedica al asesoramiento de PIMES relacionados con el sector tecnológico y, en cuanto al marco político, le gusta como el gobierno trata el tema de la recuperación 
de la memoria: “Estoy contento, parece que se está viendo todo con un poco mas de claridad”. Para finalizar, luego del agradecimiento, vuelve brevemente a hacer hincapié sobre lo que parece ser el bastión fundamental en su lucha contra la junta militar  que mantiene a través de su participación en los juicios: “Más que el castigo me interesa recuperar la verdad, porque si recuperas la verdad, recuperas la historia y recuperas el país”. “Espero haberles sido útil” dice Daelli al abandonar el café, y vaya si lo fue. Gente como él lucha por recuperar parte de nuestra historia, no negar los hechos sino recuperarlos y tenerlos presentes para no cometer los mismos errores. 


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