Crónica del encuentro con un ex secuestrado durante la etapa mas negra de nuestra historia.
El pasado mes de
Agosto en el marco del proceso judicial denominado "ABO bis" que termino con la condena de dos represores (Alfredo
Feito y Fernando Godoy a 16 y 25 años de cárcel respectivamente) por de los
hechos de secuestro y tortura que tuvieron lugar en los circuitos Atlético, Banco y Olimpo durante el Proceso de Reorganización Nacional, junto con unas compañeras
de facultad, he tenido la posibilidad de entrevistar a una de las victimas de
estos sucesos, la única persona conocida que ha logrado salir en libertad
del terrible centro de detención clandestino Atlético:
La entrevista con Marcelo Daelli, ex secuestrado por la junta militar de 1976 y
uno de los testigos en los juicios a los represores del circuito Club Atlético-Banco-Olimpo,
tuvo lugar en el bar Azteca, en las proximidades de la Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA. El primer contacto fue curioso, no conocíamos su rostro ni su
descripción, pero al entrar al café, inmediatamente, dirigimos nuestro andar
hacia aquel hombre canoso, de abundante barba blanca y mirada penetrante. Luego
de una cálida presentación ya se podía presentir la buena predisposición del
señor Daelli quien no tuvo ningún problema en contestar pacientemente
todas y cada una de nuestras preguntas. Para nuestra sorpresa Daelli contó que no
es consultado frecuentemente por su experiencia en el campo de detención Atlético
y socarronamente, nos confesó: “Alguna vez hablé en algún, acto pero ser
entrevistado de esta manera, que yo sea herramienta de trabajo de alumnos es la
primer vez”. De todas maneras, pese a ser primerizo en este tipo de encuentros,
se mostro complacido con la situación: “me interesa mucho que les interese a
ustedes, a los jóvenes. Me parece que todos tenemos que hacer un esfuerzo para
llegar a recuperar la historia”.
Marcelo Daelli está relacionado al Instituto Espacio para la Memoria, un
organismo dedicado, como bien sostuvo en la entrevista a: “Recuperar una parte
de nuestra historia”, algo que considera fundamental ya que él asegura: “Sin
historia no hay futuro”. La importancia
de introducir permanentemente a la dictadura militar del ´76 entre los temas de
agenda en la vorágine de comunicación actual es un desafío para las
instituciones que se proponen mantener presa a la bestia del autoritarismo y la
práctica del terror, por lo tanto, la curiosidad y la búsqueda de la verdad por
parte de nuevas generaciones de alumnos es celebrada por quienes sufrieron las
consecuencias de los crímenes de lesa humanidad. Entre quienes condenan los
actos realizados por el que fue llamado Proceso
de Reorganización Nacional se encuentra la gente relacionada con la causa ABO bis que dieron
una charla en la Facultad de Ciencias Sociales y que Daelli afirma conocer de
los juicios en los cuales le ha tocado testimoniar que, según recuerda, fueron
varios: “Mi primera declaración ante jueces fue en los primeros juicios a las
juntas militares en el 84/85 que luego se detuvieron por las leyes de
obediencia debida y punto final”. No tiene una noción clara de la cantidad
precisa de juicios en los que ha testimoniado, pero lo cierto es que siempre
que ha podido hablar lo hizo. Luego de meditar un momento tratando de recordar
con mas precisión sus participaciones testimoniales finaliza: “Los dos últimos
juicios en los que declaré fueron las dos versiones del Atlético y el anterior
fue por el caso Maria del Carmen Reyes”.
Detrás de este hombre de firmes convicciones se esconde una historia muy
vinculada a la política. En el año 1977 Marcelo Daelli era un ex militante de la Juventud Unida Peronista o JUP
(se había desvinculado poco antes de la dictadura) que estudiaba Biología en la UBA pese a que esta ciencia no
era su verdadera pasión: “en un principio me puse a estudiar filosofía pero no
me ponía muy feliz tener que leer a Santo Tomás de Aquino con un decano que
hacia el exorcismo para sacar el demonio marxista de la universidad, así que
preferí dedicarme a estudiar una ciencia dura que es mas neutro en los
contenidos que se pueden poner”. Para aquella época Daelli sabía que algunos de
sus ex compañeros de la J.U.P.
estaban desapareciendo: “En el Atlético se propusieron hacer caer a toda la JUP “, sin embargo el recuerda
que ya dentro del centro de detención se enteró que estas persecuciones no fueron llevadas a cabo sobre una investigación previa de forma especifica y planeada sino que los militares se guiaban por nombres que los
torturados “cantaban” entre gritos de dolor: “La búsqueda no lo hicieron con
mucha precisión y perfeccionismo. En el Atlético caía gente, la torturaban y
ante la desesperación nombraban a personas que tal vez no tenían nada que ver.
De hecho, un represor, "el turco Julián", me confesó quien me nombró. Además me
encontré a una chica que yo conocía de la Facultad de Filosofía y Letras que no
estaba relacionada con la J.U.P.”.
Lamentablemente este conocimiento lo obtuvo cuando ya era demasiado tarde. Aquel
24 de marzo del ´77 Marcelo Daelli presentía
un clima alarmante pero desvinculado de la J.U.P. y estudiando Biología no se creía tan
propenso a ser secuestrado, de hecho se encontraba descansando tranquilamente en casa de sus padres cuando
un grupo de hombres armados y vestidos de civil irrumpió en la vivienda en busca de su persona. Él recuerda
aquella madrugada con mucha claridad: “Dos de la mañana, yo estaba durmiendo en
casa de mis padres en San Isidro y cae un grupo de matones que se identifica
como fuerzas conjuntas, obviamente proceden con violencia, armas, me hacen
vestir y me llevan”. Treinta y ocho años transcurrieron desde aquel momento,
sin embargo, no deja de asombrar la tranquilidad con la que Daelli cuenta lo
sucedido, se denota un hombre de cabeza fría y poco amedrentable, incluso comenta
que, pese a la tensión del momento, tuvo la serenidad suficiente para
concentrarse y reconocer el camino que hizo el vehículo que lo trasladó hasta
un centro de detención, lugar el cual Daelli ya se imaginaba que iba a ir a
parar desde el momento en que lo subieron al auto. Una vez allí, Daelli cuenta
que le dijeron que desde aquel momento pasaba a ser F-107, luego fue trasladado a un
lugar donde pudo ver a varios de sus compañeros de Filosofía y Letras y a un represor,
“el turco” Julián del cual afirma: “Es el único al que le vi la cara”.
"el turco" Julian esperando la condena
“Uno termina resistiendo mucho mas de lo que cree”, repitió en varias ocasiones
Marcelo Daelli tratando de quitar heroicidad a su comportamiento dentro del campo
de concentración Atlético. ¿Cuál fue su proceder mientras que estuvo
capturado?. Él cuenta que no entrego a quienes los militares le reclamaban pese
a contar con la información que le pedían: “A mí me vinieron a buscar
por dos nombres, yo cambié esos dos nombres por otros dos que sabía que ya se
habían ido”. finalmente, luego de dos meses de torturas, Daelli marcó la casa
de uno de los buscados y dio cierta información relevante sobre el otro, aunque,
ya era tarde para los militares, ambos perseguidos para ese entonces ya se habían escapado del pais.
Detenidos a punto de ser transladados
Este acto de Daelli puede ser adornado con numerosas líneas de alabanzas hacia su
persona, pero lo realmente extraño de esta historia es justamente que el
protagonista, aquel que logro burlar a los militares en plena dictadura dentro
de un campo de detención del cual, al día de hoy, no se conocen sobrevivientes,
esté hoy, treintaicinco años después, con vida y relatando estos hechos en primera
persona. Por lo tanto, la pregunta inminente es: ¿Cómo fue que quedo en
libertad?, a lo que Marcelo Daelli responde: “La liberación de un prisionero no
tiene que ver con el grado de vinculación que le demuestran a cada uno con cada
cosa”, señala rápidamente y continua: “Yo estaba en manos de operativas de la
policía. Recuerdo que en esa época, antes de ser secuestrado, practicaba esgrima
y mi entrenador era militar. El esgrima es un deporte bastante vinculado al ejercito,
y mi profesor era muy amigo de una persona muy importante en la policía federal
en ese entonces. Mis padres fueron a ver a mi entonces entrenador de esgrima
comentándole la situación, por lo tanto yo, estoy seguro que por ese lado pude
salir”.
La llegada de la democracia no fue la gloria para Marcelo Daelli: “Cuando
volvió la democracia no me parecía que habíamos derrotado al verdadero poder representado
por los militares. No fue una democracia lograda como una victoria”. Además de
su participación en los juicios y las organizaciones para la memoria con las
cuales se relaciona actualmente, Daelli lleva una vida pos dictadura sumamente
activa y relacionada a la política. De hecho una vez liberado y aún con la
dictadura militar fue dirigente sindical y docente de la Facultad de Ciencias Exactas:
“Yo seguí luchando”, dice. Luego, ya en
democracia, puso una industria y fue militante de la CGI (Confederación General de
la Industria), a través de la cual llego al CONICET donde en la década del noventa, más precisamente entre el noventainueve y el dos mil
uno, llegó a la vicepresidencia. Ante la prosperidad personal que obtuvo en
esta década señala entre risas: “no me van a sacar simplezas anti-noventistas”.
A la hora de concentrar su bronca y señalar culpables, Marcelo Daelli, tiene
muy claro el nivel de responsabilidades: “Lo que ocurrió no fue porque
estuvimos en manos de unos hijos de puta, sino que ellos eran el ultimo eslabón
de la cadena”, lejos de apuntar a una figura de uniforme relacionada con la
época del terror como puede ser Rafael Videla, Daelli abre el panorama
conceptual y dice: “las fuerzas armadas no son clase social sino que responden
a otros intereses, intereses de quienes manejan la economía”.
Hoy en día Marcelo Daelli se dedica al asesoramiento de PIMES relacionados con
el sector tecnológico y, en cuanto al marco político, le gusta como el gobierno
trata el tema de la recuperación de la memoria: “Estoy contento, parece que se
está viendo todo con un poco mas de claridad”. Para finalizar, luego del
agradecimiento, vuelve brevemente a hacer hincapié sobre lo que parece ser el
bastión fundamental en su lucha contra la junta militar que mantiene a través de su participación en
los juicios: “Más que el castigo me interesa recuperar la verdad, porque si
recuperas la verdad, recuperas la historia y recuperas el país”. “Espero
haberles sido útil” dice Daelli al abandonar el café, y vaya si lo fue. Gente
como él lucha por recuperar parte de nuestra historia, no negar los hechos sino
recuperarlos y tenerlos presentes para no cometer los mismos errores.
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