lunes, 24 de agosto de 2009

EL MUNDO ES LO QUE VES Y NO LO QUE TE CUENTAN

Cuando los integrantes de la escuela de Frankfurt llegaron a los Estados Unidos ya que, debido al origen judío de la mayoría de sus miembros se vieron obligados a viajar al continente americano durante el régimen nazi, esperaban encontrarse con un mundo totalmente distinto al que habían sido obligados a dejar, sin embargo esto no fue así. Estos pensadores de origen marxista notaron una continuidad de los regímenes totalitarios entre el país que fueron obligados a dejar y el que ahora los cobijaba, por lo que su decepción fue extrema y su teoría tomó nuevos rumbos debido a estos acontecimientos. El hecho de que se produzca el choque cultural, como quedo demostrado, no pasa siempre por el contraste que puede existir entre mi lugar de origen y al que decido viajar y conocer. Hoy en día, en mi encuentro con un español, por ejemplo -que gracias a las nuevas tecnologías no tendría incluso por qué darse personalmente-, podríamos compartir gustos musicales, comentar sobre algún deporte e incluso discutir acerca de la realidad política o económica de algún país. Probablemente tengamos opiniones diferentes o quizás no, pero lo que se hace evidente es que estamos interiorizados en muchísimos temas los cuales no sólo se tratan en nuestro país de origen sino que son noticia a nivel mundial. En este aspecto el viaje no propone nada nuevo, sin embargo, las personas hoy en día, sólo imaginamos como se desarrolla la vida en otro país, las migraciones sólo nos han hecho tener una idea de lo que es el día a día en otras partes del mundo y esto es lo que nos impulsa a viajar. Hace unos años tuve la oportunidad de convivir bastante tiempo con un extranjero proveniente de los Estados Unidos llamado Syed, amigo de mi padre. Éste estaba en Argentina por un asunto de negocios, aunque llego a mi casa como profesor de inglés. Me permito confesarles que me resultó sorprendente como él prestaba atención a cada detalle. Le llamaba la atención tanto las similitudes como las diferencias y debo admitir que en ocasiones se tornaba un tanto pesado. Sin embargo, cuando se tocaba temas de realidad social u económica argentina sus comentarios eran propios de una persona bien informada. Aproximadamente al año y medio regreso a su país. Luego de un tiempo, en un viaje que realicé con mi familia al sur argentino decidimos encontrarnos con Syed que, en esta oportunidad, estaba alojado en Chile en un lugar llamado Puerto Mont. Esta vez los papeles se invirtieron y paradójicamente los en demasía curiosos fuimos nosotros. En aquel encuentro, se dio un hecho muy particular y bastante interesante: En una ocasión le pregunté a nuestro amigo americano cual era el motivo de su viaje por Sudamérica y qué era lo que realmente lo impulsaba a conocer los lugares de esta parte del mundo. Entonces él me comentó que le molestaba tener tanta ignorancia acerca de la vida en estos lugares… ¿ignorancia?, claro que su respuesta me inquietó debido a que yo daba por hecho que en Estados Unidos él tenia la posibilidad de acceder a toda la información que quisiera acerca de Argentina, Chile o cualquier otro lugar del mundo. Podía ver imágenes, videos, leer los diarios de Argentina, Chile Colombia, Brasil, etc e informarse al instante de lo que desease saber. Por lo tanto, no conforme con la respuesta insistí con la pregunta. Entonces me dijo: “Tenia información de Sudamérica, es cierto, pero no podía escapar a la idea del indio que hablaba en un idioma raro, la playa, las bananas, los cocos y árboles”. En un principio esto me ofendió, ¿Esta es la visión que tiene el mundo de nosotros? pensé, Sin embargo, en un análisis mas profundo nos podemos dar cuenta que es aquí donde radica la verdadera importancia del viaje.



Vista nocturna de La Paz, Bolivia:



No me quiero olvidar de los viajeros que, lejos de emprender un viaje con el fin de interiorizarse en la cultura de otro país viaja a Egipto “para conocer las pirámides” o a Australia “para ir a la playa” o a Nigeria “para ver los leones”. Ahora bien, supongamos que nosotros seamos los que recibimos a esta persona que vuelve de Egipto en el aeropuerto y luego de saludarla, ya en el taxi, queremos que nos cuente algo de su estadía allí, ¿que nos puede aportar el hecho de que nos cuente que las pirámides eran muy lindas o eran muy feas?, ¿Qué diferencia hay entre la persona que partió en busca de las pirámides y la persona que volvió habiendo visto las pirámides?, ciertamente hay diferencias pero no radica en el hecho de que haya visto las pirámides o la torre Eiffel o la torre de Pisa sino en lo que permitió que esta persona tenga hoy en día un paradigma de aquella parte del mundo diferente al que tenia antes de emprender su viaje. Debe entenderse por un “paradigma diferente” a las diferencias que existen entre el concepto que esta persona tenia de el país o lugar en cuestión previo a su viaje y el que tiene hoy luego de conocerlo y no a las diferencias que tiene el lugar o país visitado con el lugar o país de donde el viajero proviene.Hoy en día, es más difícil encontrar elementos culturales que identifiquen a una misma nación que no sean esperados y comprendidos por todo el mundo. Todos saben que en Argentina se toma mate, muchos creen que aquí además se escucha mucho el tango, casi todas las personas saben que en Brasil se juega al futbol en la playa y se practica el capoeira, esto no dice nada nuevo. Hoy en día, es mas lo que se tiene en común entre los países que aquello en lo que es diferente y paradójicamente, aunque nos creamos muy familiarizados con el concepto de globalización y nos llenemos la boca hablando de la desaparición de los estados nación, no es lo diferente lo que nos resulta asombroso y nos impresiona sino las similitudes en cuestiones en las cuales nos creíamos poseedores de la exclusividad. Hubo un tiempo en que las diferencias culturales si eran motivo de búsqueda y de asombro, así fue como la literatura latinoamericana fue objeto principal de consumo en el mundo, esto sucedió debido al interés del europeo por lo exótico. Cabe señalar que indudablemente esta búsqueda de lo exótico emprendida por el consumidor europeo en la época del boom de la literatura latinoamericana fue exitosa y se encontraron con libros que hablaban del comunismo en cuba cuando para ellos el comunismo era propiedad de Rusia, del frío helado y paisajes blancos ¿Quién se iba a imaginar al comunismo entre las palmeras y las playas?, probablemente algún viajero curioso.

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